domingo, 4 de marzo de 2007

Explotación sexual en Japón

Texto íntegro de la página web: www.emigrantesindestino.com

Cuando paseas por Japón no necesitas meterte en ningún barrio nocturno, ni en ninguna calle estrecha para ver un gran número de night Clubs. Cuando no entiendes como funciona el país crees que todos son Clubs de alterne, llenos de prostitutas para satisfacer las “necesidades” masculinas japonesas. Con el tiempo empiezas a distinguir los que son sólo para “Hostess”, es decir, donde hombres se reúnen y pagan a mujeres para que hablen con ellos. Hace dos semanas un periodista, Fernando de la Agencia EFE, cuando se lo expliqué lo bautizó como: La democratización de la Geisha. La gran mayoría de esas chicas son extranjeras y son llevadas a Japón con un visado de entretenimiento. Les prometen ser bailarinas y cantantes, pero se ven encerradas en un mundo que no es el que soñaban.
Ese mundo lleva a que muchas se queden embarazadas y son echadas de los Clubs. O cuando el visado se les acaba las devuelven a sus países de origen.

En el Peace Boat se subió como invitada la señora Carmelita Nuqui. Una mujer filipina que fundó una asociación para ayudar a estas mujeres. Filipinas vive la tragedia de ver que anualmente 10000 chicas son llevadas a Japón con la promesa de entretener…y lo hacen, pero no de la forma que pensaban. Hubo años en que se llegaron a llevar 70000 mujeres. Pero actualmente la presión internacional ha hecho que Japón controle más los visados de “entretenimiento” y el número a bajado a 10000. Que sigue siendo una tragedia.
Carmelita nos dio charlas a bordo explicando como estas mujeres cuando se quedan embarazadas, han de volver a sus países. El padre, japonés en la mayor parte de los casos, no quiere saber nada del niño porque tiene otra familia. Las repudiadas al volver a Filipinas también son discriminadas y llamadas “japonesas”, con la denotación de haber trabajado de prostitutas o animadoras en Japón.
Carmelita las ayuda dándoles la oportunidad de tener un oficio. Hacen ropa y bolsos que venden. En el Peace Boat pudimos comprar estos productos. Yo me compré una mochila que me encanta.
También ayuda a los niños, que hacen obras de teatro que representan en Japón. Carmelita intenta buscar a los padres para que se hagan responsables de los niños, o por el simple hecho de hacer feliz a un niño por conocer a su padre. Ese fue el caso de Michael, que fué a Japón y quería conocer a su padre. La señora Nuqui consiguió ponerse en contacto con el padre y este le dijo que al día siguiente salía para el extranjero que podían verse en el aeropuerto de Narita. Los niños estaban actuando en Hiroshima, pero Carmelita se llevó con el Shinkansen a Michael para que pudiera conocer a su padre, aunque fuera por media hora.
En esa conferencia, viendo el video, lloró hasta el apuntador. Era la primera vez que veía a japoneses llorar. Michael conoció a su padre, este le regaló dos bolígrafos (de los de propaganda que llevamos todos en el bolso) y el niño los guardó como un tesoro.
Al final de una de las conferencias un pasajero joven reconoció que siempre le había interesado el tema de visitar uno de estos clubs, pero ahora que conocía la verdad que hay detrás, había perdido todo el interés.
Para más información sobre la asociación, Development Association Women Networking, de Carmelita ver el enlace a DAWN Filipinas.

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